jueves, 25 de julio de 2013

LA COMUNICACIÓN PERIODÍSTICA EN LAS CATÁSTROFES



Ayer se produjo el dramático accidente del tren ALVIA en Santiago, con un balance provisional de 80 víctimas mortales y más de 100 heridos.

Desde que he tenido noticia del accidente he seguido a través de distintas cadenas de televisión la información que se ha ido dando sobre este suceso.

La impresión que he sacado de este seguimiento informativo es que no se ha aprendido nada de las experiencias anteriores, que ya son muchas, a la hora de dar esa información. La sensación que transmiten los distintos programas de TV y los periodistas que se han desplazado hasta el lugar es de verdadera desorganización, que transciende más allá del lógico desorden que puede producirse en un lugar donde acaba de producirse una catástrofe.

No se si en las facultades de periodismo se estudia cómo debe actuarse a la hora de informar sobre de estas situaciones catastróficas, pero creo que no acaba de darse con la forma adecuada de hacerlo, sin generar confusión, saturar de información intranscendente y repetirse una y otra vez hasta el aburrimiento.

Comprendo que todos los informadores están sometidos al "espectáculo informativo" y que eventos como el que ocurrió ayer en Santiago constituyen una fuente de noticias muy atractiva (con independencia de que sin duda estos profesionales también sufran con este tipo de situaciones y se conmuevan con ellas). Pero en ese afán de "llenar los tiempos de los programas e informativos" se repiten lo que, a mi juicio, son graves errores. Cito algunos:

- "Asaltar" a las víctimas y familiares para que les cuenten "lo que sea".
- Hacer preguntas intranscendentes o inadecuadas, porque en muchas ocasiones ya se sabe la respuesta o porque esa respuesta no es posible porque obviamente no se tiene la información. En muchos casos lo que se pone en evidencia es que no se tiene preparadas las preguntas.
- Hacer la pregunta dando la respuesta en ella - ¿Verdad que la gente gritaba pidiendo socorro en el interior de los vagones?- o induciendo la misma con la forma y el tono en que se formula.
- Utilizar un lenguaje "catastrofista" que genera un estado de ánimo en la audiencia.
- Elaborar hipótesis y opiniones con un evidente desconocimiento de la materia. En este sentido los llamados "tertulianos" son un buen ejemplo de cómo "llenar el tiempo" con opiniones carentes de cualquier soporte técnico.
- Curiosamente, cuando se consulta algún experto técnico, se le pide valoraciones sobre aspectos que están fuera del ámbito en el que son expertos (Ej. A un ingeniero en ferrocarriles se le pide una valoración sobre los comentarios que el maquinista había hecho en Facebook).
- Interrumpir la exposición de un experto o de un afectado por el accidente para dar paso a la publicidad (como mínimo, parece una actuación de mal gusto en este tipo de situaciones).

Por otra parte, me sorprenden ciertas conductas de las personas que intervienen o se ven afectados por este tipo de situaciones catastróficas:
- La del "videoaficionado" que se mete en medio del accidente para grabar con su móvil todos los detalles de la escena, al tiempo que se lamenta de lo que está viendo, pero que no interrumpe la grabación para preocuparse por ayudar a los accidentados. (Espero que, por lo menos, no haya sacado beneficio económico de vender esas imágenes).
- La de los familiares y testigos del accidente, en el sentido de brindarse sin problema en dar entrevistas o en algunos casos "ruedas de prensa" para contar su experiencia.

Seguro que la Asociación de la Prensa ha estudiado formas de gestionar la información en estas situaciones, pero no parece que se apliquen y que todo quede supeditado a la inmediatez de la noticia y al espectáculo mediático. Y digo esto reconociendo el esfuerzo que tienen que realizar y que gracias a ello se tiene conocimiento de lo ocurrido, aunque no se haga de forma eficiente.

Siempre que veo el seguimiento informativo de este tipo de catástrofe srecuerdo el caso de un accidente que tuvo lugar hace algunos años en un laboratorio farmacéutico a las afueras de Madrid. Se produjo un escape de amoniaco que generó una nube tóxica que provocó el corte de una carretera y afectó a algunas zonas pobladas. Uno de los periodistas que fue a cubrir el suceso explicaba en su conexión televisiva que, aunque el escape hubiera sido de ácido clorhídrico (finalmente era solo de amoniaco) no tendría problema para las personas que lo inhalaran porque los seres humanos ya tienen ácido clorhídrico en el estómago y por tanto era algo natural y no había por qué preocuparse.

Ojalá no haya necesidad de dar muchas noticias de esta naturaleza, pero si es así, también se debería aprender y mejorar la forma de hacerlo.

Foto: www.eleconomista.com


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